El papel que desempeña el profesorado en el mantenimiento de un clima de convivencia positivo que prevenga la aparición de casos de acoso escolar también se encuentra en la literatura especializada. Niveles altos de percepción de los estudiantes acerca del apoyo de los profesores se relacionan negativamente con los niveles de acoso, lo que se traduce en que el apoyo emocional de los docentes genera un clima que promueve contextos sociales de apoyo en el aula, lo que a su vez previene la aparición de acoso entre iguales y otras dinámicas negativas de grupo (Lucas-Molina et al., 2015). Además, se encuentra una relación positiva entre relaciones problemáticas profesor-alumno y niveles de acoso entre iguales, lo que implica que estudiantes que desarrollan relaciones negativas con sus profesores tienen más probabilidades de mostrar comportamientos problemáticos tanto con sus profesores como con sus compañeros (Lucas-Molina et al., 2015).
Caballero Grande (2010) concluye una serie de pautas y elementos a tener en cuenta para trabajar el acoso y el clima escolar. Por un lado, encontró que el profesorado considera indispensable adquirir una formación específica en el manejo de situaciones de conflicto y disruptividad, lo cual sería coherente teniendo en cuenta el importante papel que desempeñan en la generación de un clima positivo. Esta autora también señala la necesidad de implicación de toda la comunidad como esencial para garantizar el éxito de los proyectos (familias, estudiantes, dirección, Departamento de Orientación, etc.), generar cohesión de grupo en las aulas para evitar crear subgrupos con identidades propias y establecer normas claras en cuya elaboración y gestión participe el alumnado, participación que debe favorecer el profesorado. Además, hace hincapié en que la educación en valores no puede verse como algo aislado, sino que tiene que tratarse con un carácter transversal y ocupándose de las diferencias, la solidaridad y la justicia, y en que se deben desarrollar en las aulas habilidades y competencias socioemocionales para la prevención de comportamientos antisociales. Por último, partiendo del supuesto de que los conflictos son algo natural que no podemos ni debemos eludir, señala que para la regulación de conflictos se debe trabajar la educación para saber convivir con ellos y para dotar al alumnado de herramientas para enfrentarse a situaciones que pudieran desembocar en actos violentos.
Esperamos que os haya gustado. Docentes, familias, orientadores: ¿Creéis que implicar a toda la comunidad educativa es algo fundamental para reducir y eliminar los casos de bullying en las escuelas? ¡Os leemos en comentarios y os esperamos en el próximo post!
Referencias:
Lucas-Molina, B., Williamson, A. A., Pulido, R. y Pérez-Albéniz, A. (2015). Effects of teacher-student relationships on peer harassment: a multilevel study. Psychology in the Schools, 52(3), 298- 315. https://doi.org/10.1002/pits.21822
Caballero Grande, M. J. (2010). Convivencia escolar. Un estudio sobre buenas prácticas. Revista de Paz y Conflictos, 3, 154-169.
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